Hagamos patria y exterminemos a Voladores de Papantla

22 de febrero de 2017



“Hagamos patria y exterminemoslos; ellos sólo viven de nuestros impuestos sin aportar nada, son unos chupa sangre”,




Nota del Checoblog: ¿No era Trump el que no quería a los mexicanos?



Víctor Manuel Luján: “Siempre he estado a la vanguardia” Parte II

15 de febrero de 2017



Cuando llegue el temblor

En 1985 la comunidad rockera internacional se unió a la iniciativa de Bob Geldof y Midge Ure para organizar un gran concierto que recaudaría fondos contra la hambruna en Etiopía. Fue un evento sin precedentes que se transmitió a todo el mundo vía satélite. Las grandes bandas acudieron y se organizaron no uno, sino dos conciertos simultáneos en Londres y Pennsylvania, en lo que fue considerado el Woodstock de una nueva generación. Fue a Víctor Manuel Luján a quien tocó dar voz, para la televisión mexicana, en una maratónica sesión, a lo que iba ocurriendo en ambos escenarios. “Estábamos grabando en San Ángel un programa con Luis de Llano —trabajar con Luis era andar con él, comer con él, ir a su departamento— y me dijo: ‘¿Qué crees? Me habló el Tigre (Azcárraga). Que va a haber un concierto así y asá y nos lo tenemos que aventar, así que de aquí ya no sales’. Y nos lo aventamos sin dormir, bajando el material como iba llegando del satélite, e íbamos al aire. Fue una prueba monstruosa que nos aventamos en vivo. Por ese tiempo comencé a grabar un programa para el Canal 2 de rock en español, donde estaría Soda Stereo, Mecano y todo aquello que se vino. Grabamos los sábados de todo un año en el Foro 2 de Televisa San Ángel, y a unos cuantos días de salir el promocional del programa, llegó el terremoto de 1985. Debido a esto, Televisa San Ángel pasó a ser auxiliar de Televisa Chapultepec, y aquel programa que habíamos hecho para el Canal 2 salió por el Canal 5, pero ya no tan grande como lo habíamos planeado. Tuve que aguantarme un buen rato solo en México. Me la pasaba encerrado viendo películas, hasta que me propuse a grabar un disco, algo que siempre había querido hacer”. El álbum debut de Víctor Manuel, titulado Tolerancia, apareció en 1987 editado por Ariola bajo el sello de Rock en tu Idioma y el nombre artístico de “Lujján”. La mayor parte de los temas habían sido escritos por él mismo —al final de la cara B incluyó un cover de Phil Spector— y llevaban títulos como Qué es el amor, Dos mil años luz y Tolerancia. “Quedó presentable, pero entonces se vino toda la avalancha argentina, española, y finalmente yo traía la etiqueta de que era locutor. Me las he visto un poco duras por esto, pero tengo ya cinco discos”.

En 2001 presentó Poema, una antología de poesía que luego fue distribuida por Sony Music. Ese mismo año, la disquera lanzó también su producción titulada La Energía del Amor, que contenía doce baladas de otros compositores, y que de acuerdo a su sitio oficial logró vender más de cien mil copias a pesar de la falta de promoción, gracias a su programa radiofónico matutino. Siguiendo su frenético ritmo de actividad, en 2002 presentó Antes de la Ausencia con Universal Viva Music, una producción realizada en España que contenía, nuevamente, un tema original homónimo. “Recientemente saqué uno que son rolas de rock clásico, tipo Tom Jones”, comenta Luján, “con trompeta, orquestal, muy poderoso. Lo hice en Los Ángeles con Benny Faccone, que es el que hace todo lo de Luis Miguel, Santana, y es súper rockero. Creo que es el disco que más me ha gustado: es elegante, fino, el sonido americano del rock; combinamos metales con guitarras poderosas y suena muy bien”.

El Máster

“Después del temblor puse mi centro de producción, Master Radio. Mucha de la radio que se conoce en México fue producida por mi compañía. Todos los grupos fuertes me contrataron, Radio Grupo de Aguascalientes, FM Globo y mucho más. Incluso volví a trabajar en Radiópolis y les vendí producción a las Ke Buena, Estéreo 102, la W, la Q. Me hicieron una dirección de producción musical en Sistema Radiópolis, pero a mí me convenía más tener mi propio negocio, con el que cubría todo el país, de Mérida a Ensenada. Hice Pulsar FM, La Rancherita de Monterrey. Asesoré a Radiorama, con quienes tengo una relación de amistad muy fuerte y que tienen 350 estaciones en todo el país. Todos los grupos radiofónicos grandes tienen producción mía. Después fui a los Estados Unidos e hice también producción, además de dar asesoría. En el proceso trabajé con mucha gente: Pepe Garza en Los Ángeles en la Ke Buena —a quien le ha ido muy bien—, Jessie Cervantes, que es director de EXA; Martín Fabián, que es muy destacado también; todos ellos son gente que yo recluté.

“En una ocasión de regreso a Guadalajara, supe que Ondas de Alegría se había dividido en dos, y uno de los grupos me pidió que lo ayudara porque andaba de capa caída. Entonces llegué y levanté al grupo. Pero me faltaba un concepto para llenar el cuadro, y descubrí que en San Antonio estaban muy fuertes las estaciones texanas (de Tex Mex), y lo monté en la Ke Buena, que se disparó, porque era un concepto que solamente se oía en AM, un concepto grupero que aunque ya está distorsionado —para lo único que sirve es para hacer payola y bailes— entonces era algo fino que le dio vida a la Ke Buena y luego a la Fiesta Mexicana, a La X de Los Ángeles, a la KOFY de San Francisco, La Tremenda, Radio Lobo… Todo ese gruperío nació de ahí.

“Antes del 2000 me pidieron un producto, un programa en vivo. Tomé el modelo Howard Stern, lo mexicanicé, en un momento en que nadie hacía shows en la mañana en México —nada más estaba Pedro Ferriz con noticias—, y los resultados fueron estupendos. Ahora las mañanas son los horarios principales y por eso la radio está llena de morning shows, pero con gente que no sabe hacerlos. Yo llegué con todo el desmadre: cantando en vivo, declamando, atendiendo a la gente, motivando, y eso me llevó de pronto a realizar todo lo que yo quería con la música. La gente quería verme en vivo y empecé a hacer giras. Fue cuando comencé La Energía del Amor, con Sony, con el que me fue muy bien. Después en Guadalajara me ofrecieron un programa de dos horas diarias por la noche”. En 2003 Luján lanzó su célebre Master Show y a principios de 2006 se integró a un elenco de grandes personalidades Communications. Finalmente, en 2013 regresó a la radio con su morning show “Master”, que se transmite en cadena nacional a través de Radiorama y varias ciudades de Estados Unidos.

Abrir camino

Aunque para muchos su voz y su nombre han quedado identificados con una época, el rock de los años 80, Luján es un personaje de la radio que ha transitado por muchos géneros, aventuras musicales y medios, y ha desplegado, a través de su empresa Master Productions, un trabajo creativo que dejó una huella y un estilo en la manera de hacer radio en todo el país. Víctor Manuel, quien reconoce que su infancia terminó antes de lo debido por sus ansias de entrar a trabajar a la radio, piensa que la programación que viene pagada desde las grandes ciudades de Estados Unidos ha matado el espíritu de la radio, y desde luego al programador. Sostiene que la gente busca, ante todo, valores en la música y en los espectáculos a los que asiste, y confiesa que detesta la nostalgia.

A pesar de todo, al final acepta que ha pensado escribir su vida algún día. “Tengo anécdotas para escribir no uno, sino dos o tres libros. He conocido a tanta gente, vivido tan de prisa, tenido tropiezos, sufrido traiciones. Por ejemplo, cuando yo hice la onda grupera en FM, todo mundo se hizo millonario, pero yo nunca payoleé. Yo pienso que el éxito se define como una permanencia: estar vigente y estar preparado para lo que sigue. La gran escena de la película que podría ser mi vida todavía no llega. Ésa es mi filosofía de vida. Por eso no guardo nada: tengo la práctica de no guardar ni fotos, ni discos, ni casetes, porque cuando empiece a juntar todo eso, me voy a sentir tremendamente viejo. Sigo siendo el rocanrolero, pero también un ejecutivo. He estado con los grandes, he aprendido mucho, y sigo aprendiendo. Siempre he estado a la vanguardia, siempre veo lo que viene más allá, lo que sigue. En la vida me he abierto camino, y con ello, a muchos más”.



http://radionotas.com/2016/12/08/victor-manuel-lujan-siempre-he-estado-a-la-vanguardia-parte-ii/

Víctor Manuel Luján: “Siempre he estado a la vanguardia” 1

9 de febrero de 2017



Fotografía de Luján en Canal 58 Revista CONECTE Marzo de 1981 cortesía de Erick Guzmán.


Para muchos jóvenes capitalinos —y aquellos del resto de México que alcanzaban a sintonizar la WFM 96.9—, su primer contacto con el rock estuvo cobijado por la voz barítono de un joven llegado de provincia, no sólo para imponer el rock nuevamente como un producto aceptado, mainstream, de la radio en México (“En aquel momento todo lo que oliera a rock era mariguano, mal visto”, interviene). Víctor Manuel Luján había llegado también a implantar un estilo de locución que prácticamente nunca se había oído, mucho menos en la FM: hablado, personal, ocurrente, casi hecho poesía con los ingeniosos slogans que nacían de su mente. Justo era que fuera precisamente Víctor Manuel Luján quien, en 1985, comentara en vivo, para la televisión mexicana, el legendario concierto de Live Aid.

Luján nació en Parral, Chihuahua, en una familia compuesta por seis hermanos. Su padre trabajaba en una compañía minera y su madre se dedicaba al hogar. Su interés por la radio llegó temprano. “Estaba en la primaria y había una estación muy popular, la XEGD, La Poderosa de Parral”, recuerda. “Una vez, en un recreo me escapé y fui a dar a un evento como los que hacía la XEW, con su teatro estudio y artistas. En ese momento me volví loco, dejé de ser niño, se me olvidaron los recreos y toda mi vida se concentró en eso. Aunque era apenas un niño de quinto de primaria, me gustaba meterme ahí. Descubrí que había música, la relacioné con la radio y me les pegaba. A veces me corrían, otras me daban entrada, pero me aferré hasta que logré que en unas vacaciones me dieran trabajo de mozo. Era algo modesto, pero yo estaba feliz por formar parte de eso. Después fui mensajero y al fin me dieron la oportunidad de operar. Yo me sentía en las nubes, y aunque todavía no me daban la oportunidad de estar al micrófono, que era lo que yo quería, me daban permiso de practicar”.

La muerte de la era Disco y la WFM

“Yo quería trabajar en la radio y tuve que buscarle mucho”, admite Víctor, que ya no tenía otro objetivo en la vida sino trabajar en una cabina con discos. Buscó en la capital del estado, pero se encontró cerradas todas las puertas. Su primera oportunidad llegó cuando le llamó un amigo para decirle que estaban buscando a alguien que tuviera muchas ganas de trabajar en una estación de Manzanillo, Colima. “No la pensé”, recuerda. “Me fui sin siquiera saber dónde estaba Manzanillo, y ahí empecé. Yo quería meterme a Guadalajara pero era muy difícil, porque era una radio muy profesional. Poco después recibí una llamada de Monterrey, que fue la gran escuela para mí porque en la capital de Nuevo León tuve grandes maestros. La radio de Monterrey es muy superior, al estilo americano. Ahí trabajé en Radio Alegría, donde también hacía jingles, y luego brinqué a Estrellas de Oro”. Sin embargo, el joven Luján tenía ya su meta bien trazada: la Ciudad de México, y más específicamente, Televisa.

“De Monterrey me jaló otro grupo de Guadalajara, Ondas de la Alegría, y me dieron la dirección artística de una FM de Tijuana. Les encantaba el estilo que yo traía de Monterrey. Yo andaba por los veinte años de edad. De ahí me llevaron otra vez a Guadalajara al Canal 58, y también le pegamos duro con mi tipo de radio agringado”.

Una de las etapas más recordadas de Luján —y de la radio en México— sin duda tuvo que ver con la aparición y evolución de la WFM 96.9, a la que muchos consideran no sólo la portadora de un estilo innovador, sino semillero de talentos y cuna de la más importante oleada de rock en español del siglo XX.1 La estación había sido creada en 1975 por Emilio Azcárraga y tras el micrófono estaba Mario Vargas, un importante personaje de la radio fuertemente identificado con la época de la música disco. Con la “muerte” simbólica de la Disco en Chicago y el declive de toda esa cultura, la marea retrocedió y en 1981 tocó a Víctor Manuel Luján tomar la estafeta. Su misión sería llevar nuevas bandas, estilos y actitudes a una nueva generación que buscaba otros sonidos. Con la locución y dirección artística de Víctor Manuel, la estación, ahora llamada Rock Stereo, empezó a ofrecer un concepto más fresco y a dar una imagen más juvenil transmitiendo el rock pop de principios de los años 80. La estación de inmediato captó la atención del público. “A Mario Vargas ya se le había acabado el gas”, comenta Luján, “y la gente de Televisa estaba buscando algo diferente. Un día me llegó una llamada de Jaime Almeida para la dirección de WFM en la Ciudad de México. Tuvimos una entrevista y a los 15 minutos ya estaba contratado. Tenía 23 años. WFM era una gran responsabilidad, pues además de ser locutor y programador, también era el encargado de la administración”.

La estación fue, en cierto modo, un laboratorio para el resto de la industria radial. Luján tocaba desde Fleetwood Mac hasta heavy metal, un estilo que comenzaba a escalar los charts en Estados Unidos. El locutor, con absoluta libertad de elección, fungía a la vez como programador, director artístico y creaba pequeños slogans e himnos de diez segundos tanto para presentar como para despedir las canciones. Si antes el locutor promedio de la FM era más mecánico y su labor se limitaba a presentar los títulos de las canciones, ahora se podía convertir en un poeta: “Erradicando totalmente cualquier indicio de monotonía”, decía Víctor Manuel; “Más allá de las fronteras usuales de la radio” o “Los titanes atacan de nuevo” eran el tipo de banderines que él iba creando al aire para presentar a grupos como Status Quo o a Foreigner. Sobre todo, aquella generación recuerda su Monster Production Show, donde además de la música daba notas sacadas de las revistas Hit Parader o Rolling Stone, información sobre los integrantes de las bandas y abría el micrófono a la gente para pedir sus opiniones; si le gustaba una canción la repetía, y si el público se lo pedía, se quedaba más tiempo en la cabina.

“WFM era una estación para la clase alta, una emisora más bien para señores, con mucho jazz. Yo llegué y rompí con todo, pero tuve que prepararlo durante seis meses, haciendo pruebas, grabando. Yo no soy locutor, yo soy DJ, y por eso traté de hacer las cosas de otra manera. De niño, mi primer regalo fue una grabadora de casetes que tenía un poderoso receptor de radio, y en las noches escuchaba estaciones setenteras de Estados Unidos que eran muy agresivas; era una radio muy atractiva, feroz, con Rick Dees, Howard Stern, y de ahí me agarré. En lugar de hacer como los locutores gritones, que terminaban hacia arriba (con una nota más alta), yo lo hacía hacia abajo, hacia las graves, y eso resultó muy atractivo (ahora todos lo imitan, hasta los banderos). Al rock no lo dejaban entrar a México. Todo lo que oliera a rock era mariguano y violento. Yo hice una estación elegante, con música fregona, fresca, sobre todo accesible, para que la gente dijera `Ah, qué rico está esto´: Toto con Rosanna, Asia con Heat of the moment, Fleetwood Mac con Hold me… y a cada canción le ponía una especie de presentación o despedida. La emisora primero se iba a llamar “La Caverna del Rock”, pero el Tigre (Azcárraga Milmo) llegó y me dijo: `¿Cuál pinche caverna? No. Ponle otro nombre´.

“Así, entré con la onda pop”, continúa. “En la primera parte de los años 80 venía un rock muy fresco: Supertramp, Sting, Outfield, The Cars, Alan Parsons, Pat Benatar, y la verdad fue un trancazo. Mi voz estaba las 24 horas. Fui el primero en estar en vivo en FM; antes, estaban grabadas. Ése era mi fuerte, y nos los comimos a todos. Al principio eran los fresas los que escuchaban la estación, pero luego se fue juntando toda la raza y la banda. El público del DF estaba reprimido; es un público bravo, agresivo, muy clavado. Quería a Status Quo, a Black Sabbath, y más adelante a Luzbel. Por eso, cuando empezaron a surgir las propuestas tipo Cindy Lauper y Madonna —el rock bailable—, la raza protestaba. Quería puro Scorpions y Def Leppard. Alegaban que el rock es cultura, que el rock es la filosofía. Pero yo era totalmente libre; sabía que ante todo se trataba de una estación comercial. En la revista Conecte me aventaban pedradas: que tocábamos puras fresadas, que por qué no tocábamos a Briseño, a Paco Gruexxo, los mismos de toda la vida. Pero yo sentía que eso era justamente lo que le había dado en la madre al rock, y yo quería limpiar esa imagen”.

Víctor Manuel no se quedó callado. A las páginas de Conecte les replicó, al micrófono: “No compren esa cochinada, mancha las manos. Tuvo que venir a verme el dueño para pedirme que le bajara. Peor yo le dije que él también entendiera el trabajo que me había costado levantar una FM con música rock, en Televisa. Después vinieron un montón de propuestas que querían imitar el sello. De ahí surgió el interés de los juniors de venirse a hacer radio. Me mandaron de aprendiz a Miguel Alemán (Magnani); luego llegó Martín Hernández, Iñárritu, la Charo (Fernández), pero Miguelito ya venía con un presupuesto grande, y yo me fui con Luis de Llano a Televisa. Me dieron televisión, (voz en) todos los canales, gafete blanco (el de los ejecutivos); incluso fui DJ en los cumpleaños de Emilito (Azcárraga). Andaba en esa palomilla, con los Alemán Magnani”.


http://radionotas.com/2016/12/07/victor-manuel-lujan-siempre-he-estado-a-la-vanguardia/